Esta va a ser la última entrega de Blas de Lezo, y veremos cómo transcurrió el sitio de Cartagena de Indias.
Los ataques ingleses a la Boquilla es probable que fueran un engaño, Lezo, se lo olía y por esa razón prefería defender los pasos de Bocachica y Bocagrande; mientras que el virrey Eslava se decantaba por enviar más tropas a la Boquilla. Más tarde se demostrará que Lezo que tenía razón frente al virrey, algo que pasará en repetidas ocasiones. Mientras Lezo aumenta las defensas de Tierra Bomba con sus marinos, el virrey sigue mandando refuerzos a la Boquilla. Los ingleses desviaron su flota hacia el paso de Bocachica y atacaron con cuatro buques las baterías de 15 cañones que resisten durante cuatro horas. Los 11 de los 100 hombres que sobreviven van al castillo de San Luis, mientras que los barcos ingleses quedan tan mal que deben ser remolcados por lanchas durante la noche. La batalla del fuerte de San Luis dura del 20 marzo al 5 de abril. A los dos días de comenzar los bombardeos, Vernon manda retirar 5 barcos de gran envergadura. El 23 manda el desembarco, desgraciadamente los ingleses no pueden construir una batería para batir el fuerte, ya que el único ingeniero militar seguía embarcado. Tras varios días de trabajo, los británicos habían conseguido montar una batería de 20 cañones y 12 morteros. Y desde allí, con el apoyo de los barcos bombardearon el fuerte sin piedad, abriendo grandes brechas por las que se podía entrar. Ante esto, los españoles diseñaron un plan de huida para evacuar el fuerte y tener el menor número de bajas. Para ello Lezo y Eslava se reunieron en el buque Galicia: En el transcurso de la reunión, ambos militares fueron heridos, siendo las heridas de Lezo las más graves. Tras 18.000 cañonazos y 17 horas de bombardeos ininterrumpidos, el San Luis pasa a los ingleses. Mientras que estos se alegran por la victoria, Lezo no se explica lo tarde que ha caído el fuerte, que lo achaca a la ineficacia de los mandos ingleses.
Tras la caída del fuerte Lezo manda hundir tres barcos muy castigados por el combate para obstruir Bocachica. Antes de que se queme, los ingleses se hacen con el Galicia, buque insignia de Lezo.
Vernon decide atacar en dos direcciones:
La primera y a cargo de la flota, se encargará de atacar a los barcos españoles y al fuerte Pastelillo.
La segunda era un desembarco en el cerro de la Popa, para atacar al fuerte de San Felipe de Barajas, y desde allí bombardear la ciudad.
Por otra parte, los españoles diseñan su nuevo plan de defensa. Mientras que Lezo prefiere una defensa en la que los barcos que quedan actúen como artillería móvil y de apoyo a los fuertes españoles, el virrey, cuya estrategia salió adelante, se basa en una defensa estática parecida a la del San Luis. Para ello se apoyaría en los fuertes de la bahía interior, cerraría esta con los dos barcos que le quedaban, y el punto más importante de su defensa lo constituía el fuerte de San Felipe. Este era tal vez el más grande y más importante fuerte de toda América. Contaba con nuevas defensas diseñadas por Lezo, entre ellas se encontraban un foso para que las escalas británicas fueran demasiado cortas como para alcanzar la cima del fuerte, y una trinchera en zigzag que aumentaba capacidad de fuego.
Los ingleses empiezan el ataque el 11de abril y tras una pequeña resistencia los barcos españoles son abandonados e incendiados. Luego los británicos desembarcan 9000 hombres que toman el convento de nuestra Señora de la Popa, en el cerro con el mismo nombre. Más tarde desembarcan los norteamericanos y jamaicanos. Pese a la desesperada situación española, la moral inglesa estaba por los suelos, ya que había empezado la estación tropical y el vómito negro empezaba a hacer estragos. los atacantes tiraban a los muertos al mar, y varios barcos se convertían en hospitales flotantes.
Se produce un desembarco cerca del fuerte de Cruz Grande, que fue rechazado duramente por 200 españoles. Se organizan guerrillas españolas para cortar el suministro inglés. Antes del asalto final, los ingleses desembarcaron más tropas para asegurar el éxito. Wentworth, presionado por Vernon, monta un consejo de guerra para planear el asalto. Divide a los 4000 hombres preparados para el combate en 5 grupos diferentes, y el resto quedaba como reserva en el convento de la Popa. De este modo, a las 3 de la madrugada del 20 de abril, comienzan los movimientos ingleses. El coronel Wynyard al mando de 1000 hombres es el encargado de atacar por el sur, supuestamente el más vulnerable al no tener foso. Para ir, toma con recelo a dos desertores españoles como guías, probablemente voluntarios. Estos desorganizan a los ingleses y les llevan por los caminos más tortuosos, de forma que al llegar, la batalla ya estaba empezada.
Al sudoeste se produce otro ataque, que avanza lentamente por el nutrido fuego que reciben los ingleses desde las trincheras. En este y los demás frentes la situación es la misma: los pocos soldados que llegan con vida a las murallas se encuentran con que las escalas son muy pequeñas. los ingleses son masacrados y huyen en masa, por lo que los españoles salen del fuerte a bayoneta calada y destrozan a los ingleses durante su huida, además los tiradores experimentados se dedican a matar a los comandantes para desbaratar aún más a los ingleses. Estos huyen a la playa donde intentan retornar con los botes a sus barcos. Tras este suceso, la victoria española es definitiva, pero Vernon se niega creerlo. Para intentar subir la moral, manda un ataque al fuerte Manzanillo. Desgraciadamente para Vernon, el ataque resulta catastrófico gracias a una estratagema del capitán Baltasar Ortega, que consigue hacer 200 muertos ingleses en pocos minutos. Pese a esto, los españoles tuvieron que esperar al 20 de mayo, justo un mes después del desastre del San Felipe, para que Vernon se retirara.
Los ingleses perdieron 19 navíos de línea, 4 fragatas, 27 transportes y 18.000 muertos, de los cuales, los ingleses echaban la culpa al almirante Pata de palo, Blas de Lezo, de la mitad de esas bajas.
En cambio los españoles perdieron los 6 barcos que tenían y unos pocos centenares. La pérdida más destacable fue la de Blas de Lezo, que murió a causa de las astillas del Galicia a los 52 años de edad.
Al enterarse de la derrota, Jorge III prohibió que se volviera a Hablar del tema, y se ocultaron las medallas que se habían hecho para conmemorar una victoria que daban por hecha.
En cambio, en España la situación fue bien distinta, ya que se celebró por lo más alto el triunfo. Además, la falta de entendimiento entre Eslava y Lezo, ocasionó al último un mal informe. A esto hay que añadir que se encontraron mercancías pertenecientes al criado de Lezo en un contrabandista español. El grave estado de salud de Lezo, hace que se presenten su hijo y varios marinos que lucharon en Cartagena en Madrid para lavar ante el rey, en aquel momento Fernando VI, el honor del almirante. Pese haber sido limpiado el honor y habérsele concedido títulos y honores, este héroe del Imperio español, cayó en el olvido de la historia, de donde esperemos que salga.